sábado, 3 de diciembre de 2011

NAVIDAD

Dios se ha hecho carne y ha habitado en medio de nosotros.


No hay época del año que suscite tanto interés como la época Navideña. Se adornan las calles y los escaparates. Las familias, por más pobres que sean, preparan una cena un poco mejor y adornan su casa. Muchos van a la Santa Misa sólo ese día del año. Navidad suscita ternura, dan ganas de hacer regalos, y el comercio lo sabe muy bien.

Navidad da para todo ese alboroto y mucho más. Navidad es el tiempo en que recordamos un hecho inaudito, inimaginable a la mente humana más prodigiosa y que no se volverá a repetir tal como aconteció hace más de dos mil años.

Dios se ha hecho carne y ha habitado en medio de nosotros. Esa sí que es noticia, esa sí  que es una Buena Nueva que dan ganas de celebrar. Dios ha dejado de ser un ser lejano pues, fruto de su infinita misericordia, se ha acercado al hombre, a todos los hombres enviando a su Hijo, que es verdadero hombre y verdadero Dios.

Las consecuencias de este hecho absolutamente original es que no estamos solos y la vida, nuestra vida adquiere un rumbo absolutamente nuevo. Todo lo que somos y hacemos está llamado a tener un carácter trascendente, está llamado a tener una nueva dimensión de corte espiritual. Es hermoso saber que el trabajo no es un mero “hacer algo” para ganarse el pan de todos los días, sino que es el modo como participamos en la administración de lo creado. Es hermoso saber que el matrimonio no es la mera unión entre un hombre y una mujer, sino que es el modo como ellos realizan la voluntad de Dios y viven el llamado a la santidad que toda vocación cristiana implica.

Es hermoso saber que Dios se ha hecho hombre en Jesucristo y que la muerte, máximo enigma de la condición humana, ha sido vencida por Él mismo al resucitar. Y ello nos llena de esperanza porque la vida no es un mero suceder del tiempo, sino que es un caminar hacia Dios que nos tiene preparada una morada eterna al igual que a su Hijo.

Así, Navidad es el tiempo de acoger el regalo que Dios nos ha hecho y por lo tanto se convierte en un hermoso tiempo de esperanza, de amor, de alegría. Los regalos hemos de comprenderlos así. Regalándote un obsequio te estoy diciendo que te amo como Dios nos ha amado enviándonos a su Hijo. Navidad es el tiempo también de preguntarnos por nuestra propia vida y analizar en lo más profundo de nuestro ser si somos un regalo para los demás. Tal vez, frente a la crisis que vive el mundo preguntarse si somos un regalo para los demás sea la respuesta adecuada para superarla.

Como Arzobispo de la Santísima Concepción les deseo a todos y cada uno de ustedes una muy feliz Navidad. Que Dios los bendiga y bendiga a sus familias. Que Dios hecho hombre entre en lo más profundo de nuestro ser y nos entregue su paz y nos haga descubrir el valor inconmesurable de nuestra propia vida que ha sido tocado por Dios en su Hijo amado: Jesucristo, Nuestro Señor y Salvador.

Fuente: Arzobispado de Concepción

No hay comentarios: