jueves, 10 de noviembre de 2011

MES DE MARÍA

Noviembre es un tiempo consagrado a la Santísima Virgen María.


El mes de María se comienza a rezar en todas las parroquias, capillas, colegios y muchos otros lugares de la ciudad, culminando con la solemnidad de la Inmaculada Concepción el día 8 de diciembre. Fecha muy especial para nuestra Arquidiócesis, porque es nuestra Patrona y protectora,  además porque ese día miles y miles de personas se congregan en el Cerro de la Virgen para recibir su bendición y venerarla.

La figura de la Santísima Virgen María es relevante para nuestra Arquidiócesis, sin duda, pero sobre todo para cada uno de los cristianos. Mirándola a Ella podemos comprender con mucha profundidad qué significa ser cristiano y qué valor tiene el misterio de la encarnación y de la redención. Nos acercamos de un modo extraordinario a Jesús, su Hijo, así como al significado más profundo de nuestra existencia.

Si alguien me preguntara cómo puede ser un buen cristiano le diría que ponga atención a las notas características de la Virgen. El primero y más notorio es que Ella tiene claridad absoluta que su vida depende de Dios. Reconoce en Dios la posibilidad única y cierta de ser plenamente feliz, es así que cuando el Ángel le anuncia que será la madre del Salvador Ella le muestra su total disposición, diciéndole “he aquí la servidora del Señor hágase en mi según tu palabra”. Este testimonio es muy potente porque la tendencia hoy es a hacer la propia voluntad bajo un concepto errado de libertad. La libertad es plena cuando está orientada al servicio y al bien.

Otra nota característica de la Virgen María es que el hecho de estar llena del Señor la lleva a asumir una actitud de servicio visitando a su prima Isabel. Quién ha tenido una experiencia de Dios no puede sino que mirar las necesidades de quienes tiene a su alrededor. El amor a Dios impulsa el amor al prójimo. Es notable el encuentro de María con su prima Isabel por tratarse de un encuentro que da alegría mutua, gozo y paz. Todo encuentro que está inspirado por Dios lleva al servicio y es fuente de alegría. A los cristianos nos trae alegría el sabernos en las manos de Dios y que nuestra vida tiene sentido cuando es una vida entregada a los demás, una vida para los demás. La Virgen María en esto nos da una lección muy importante.

Otra cualidad muy hermosa de la Virgen María es que acompaña a su Hijo en todo momento. En cierto sentido Ella padece en su propia vida el sufrimiento de su Hijo. No reniega del sufrimiento que comporta la pasión de su Hijo, sino que lo hace suyo guardando todo en su corazón. Mirando a la Virgen comprendemos el amor de Dios por nosotros que entregó a su Hijo por nosotros. Al punto que San Pablo puede decir, me amó y se entregó por mí. Pero además nos invita a que nosotros acompañemos al Señor con nuestros propios sufrimientos y le demos un carácter de ofrecimiento por tantos que sufren en el mundo.

Si bien nuestra vida cristiana está centrada en Cristo y, la misma Santísima Virgen lo propone en las bodas de Caná al decirle a los discípulos de Jesús “hagan lo que Él les diga”, mirar y contemplar a la Virgen María puede sin lugar a dudas acercarnos más a una vida de verdaderos discípulos del Señor. Prioridad fundamental si queremos dar frutos abundantes y mostrar con nuestra vida y testimonio el rostro de Jesús, nuestro Salvador y Señor.

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