sábado, 7 de enero de 2012

COMENZANDO 2012 EN MEDIO DE LA CATÁSTROFE PROVOCADA POR LOS INCENDIOS

El fuego es voraz y se llevó el trabajo de toda una vida de muchas personas.


Lamentable lo acontecido con los brigadistas que haciendo el bien encontraron la muerte. Muchos eran jóvenes y se vieron sobrepasados por la voracidad del incendio. Acción alguna logrará devolverles la vida a estos jóvenes. Sus familias y amigos los lloran. La pobreza y el desempleo lleva a que muchos chilenos tengan trabajos muy precarios que terminan en estos lamentables hechos.

Los incendios en las regiones del Bío- Bío y la Araucanía han dejado miles de hectáreas inutilizables de bosques que generan trabajo a muchas personas y prosperidad al país. Le corresponde a la justicia investigar la causa de estos incendios y hacer cumplir la ley. Sería lamentable que hubiesen sido fruto de la acción dolosa del hombre. Cuestiona profundamente nuestra sociedad y el valor que le atribuimos a la propiedad privada.

De haber sido accidentales es legítimo preguntarse acerca de las medidas de seguridad que implementan las empresas para prevenir incendios y, de declararse, atacarlos. Además, muchas familias perdieron sus casas y todos sus enseres. El fuego es voraz y se llevó el trabajo de toda una vida de muchas personas. Para ellos sólo cabe acompañarlos y ayudarlos a que salgan adelante. La mayoría son familias pobres que requerirán de la ayuda del Estado. Un tema que ha de ser tratado con mucha magnanimidad dice relación a las empresas que no seguirán produciendo debido a los daños causados por el incendio. Les pido humildemente que hagan el máximo esfuerzo por conservarles su puesto de trabajo. Esa actitud es solidaria respecto del más débil.

Notable fue también como junto al dolor, a la furia del incendio y el llanto y la impotencia por lo que estaba sucediendo surge de manera espontánea un gran anhelo de ayudar. Notable el trabajo de bomberos, carabineros, la conaf, cruz roja, y tantas otras instituciones que motivados por servir han puesto lo mejor de sí mismos para salir en ayuda del que sufre.

La Iglesia no estuvo ausente. Muy por el contrario. Apenas se declaró el incendio las parroquias y colegios activaron sus redes solidarias a favor de los damnificados. Es emocionante ver tantos jóvenes que se entregaron a la tarea de recolección de alimentos, seleccionarlos, entregarlos. Muchos están ayudando a sacar escombros y construyendo viviendas de emergencias. Chile será lo que hoy son los jóvenes y tengo esperanza en ellos. Están llenos de ideales y deseos de trabajar por un mundo mejor. No faltó, lamentablemente, quien aprovechó esta ocasión para deshacerse de ropa en mal estado. Fueron los menos, pero es una realidad.

Este hecho nos obliga a mirar con más atención las normas de seguridad al interior de los bosques chilenos. También nos obliga a mirar las condiciones de trabajo de muchos hermanos nuestros. El trabajo precario es una herida abierta que siempre termina enlutando a los más pobres. Esperemos que la justicia se pronuncie sobre las causas de estos lamentables hechos. Como Iglesia hemos rezado por los brigadistas fallecidos y por los que están en el hospital. También rezamos y solidarizamos con quienes han perdido sus bienes y su trabajo. Y oramos para que estos hechos nunca más vuelvan a ocurrir.

Fuente: Arzobispado de Concepción.

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