sábado, 16 de abril de 2011

II JORNADAS REGIONALES CONJUNTAS

Animados por los desafíos de la comunión misionera en la situación actual que vive nuestra Iglesia, estas Jornadas buscan compartir una reflexión sobre el caminar del proceso de la Misión Continental, y los desafíos todavía pendientes. 

 

Representantes de los equipos pastorales de Concepción, Los Ángeles, Temuco, Villarrica, Valdivia, Osorno, Puerto Montt, Ancud, Aysén y Punta Arenas, se reúnen en la casa de retiros Nazareth de Puerto Montt para reflexionar sobre este momento de gracia que es la Misión Continental.

Las actividades comenzaron poniendo en común las esperanzas y temores respecto de la situación actual de nuestra Iglesia y esta instancia de reflexión que son las jornadas regionales conjuntas.

Luego, se presentó una síntesis de la evaluación de la Misión Continental y el proyecto 2011, que nos llama a la comunión misionera.

Así, en grupos se debatió sobre las posibilidades y dificultades para implementar la Misión Continental.

El primer día culminó con la eucaristía presidida por el arzobispo de Puerto Montt, Mons. Cristian Caro, quien celebra 20 años de ordenación episcopal.

Las II Jornadas Regionales Conjuntas son fruto de un esfuerzo conjunto de las áreas pastorales de la CECh (área de pastoral social, área eclesial, área agentes evangelizadores, área comunicaciones y área educación), a las cuales están invitados todos los Obispos diocesanos, los vicarios pastorales y responsables diocesanos de todas las áreas y comisiones pastorales.
El segundo día de las II Jornadas regionales conjuntas ha estado iluminado por la frase del Evangelio de Juan “permanezcan en mi amor”.

Durante la mañana, el obispo secretario general de la CECh, Mons. Santiago Silva, entregó pistas para comprender la espiritualidad de comunión misionera.

En primer lugar, dijo el pastor, debemos mirar el misterio de la Trinidad y así hacernos peregrinos. Luego, debemos ser capaces de ver lo positivo en mi hermano y ser contemplativos, que significa ir a lo esencial de mi hermano y dejar de lado lo accidental. Esto, junto con sentir al hermano como uno que me pertenece, y tener la certeza de una mutua pertenencia. De esta manera uno muere así mismo, es la inmolación, para hacer una vida junto al otro. Por último, explicó Mons. Silva, hay que dar espacio al hermano llevando sus cargas, pero teniendo cuidado de no ser nosotros una carga para él. Así, gestamos la vida, y nuestra Iglesia será casa y escuela de comunión.

Después de esta presentación, en grupos se reflexionó sobre lo que nos facilita y nos dificulta para entrar en comunión con otros, y sobre cómo ser testigos de comunión frente al mundo, y a nuestra Iglesia.

Los trabajos de la tarde fueron iluminados por la frase “los envío para que den fruto abundante”.

Fuente: Iglesia.cl ; iglesiadeconcepción.cl

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